Aparato lagrimal

Aparato lagrimal

La afectación del aparato lagrimal del ojo, del que depende su lubrificación, puede dar lugar a enfermedades graves: ojo seco y epifora. El ojo seco abarca una serie de manifestaciones clínicas que tienen su origen en una disminución de la secreción lagrimal lo que va a conducir a una deshidratación con hipoxia de la cornea que junto a la irritación por el parpadeo y la proliferación de gérmenes provocará Queratoconjuntivitis Seca, que suele ser más severa en aquella razas con exoftalmia (ojos saltones).

La «dacriocistitis» es la inflamación del saco lagrimal, por el acúmulo de detritus o por la acción de cuerpos extraños que provocarán una infección oportunista de la mucosa que, al inflamarse, provoca la oclusión de la luz del saco. Veremos una conjuntivitis y la presencia de un abultamiento localizado en el canto medial que resulta doloroso a la palpación. La obstrucción total del conducto nasolagrimal impedirá que el colorante que coloquemos en el ojo (fluoresceína) salga por la nariz del perro. La utilización de lavados nasolagrimales y la canalización del conducto con un tubo de polietileno podrán solucionar este problema. Además, este tipo de patologías, derivadas de la obstrucción al paso de la lágrima, pueden estar provocadas por la presencia de tumores en la cavidad nasal o por abscesos en las raíces de los dientes caninos. La presencia de epifora en determinadas razas miniatura, siendo permeable el conducto nasolagrimal, está provocada por órbitas demasiado planas, que hacen especialmente prominentes sus ojos a lo que se une la poca profundidad del lago lagrimal. El tratamiento, en este caso, será quirúrgico.